DESIERTO VERDE , EL DOCUMENTAL PARA CONCIENTIZAR

DESIERTO VERDE, DOCUMENTAL DIRIGIDO POR ULISES DE LA ORDEN

Concientizar con herramientas nobles

La película aborda el tema del monocultivo intensivo o el problema de la alimentación mundial y su relación con la especulación en los mercados financieros globales. Pero nunca pierde de vista el costado humano de quienes sufren los “daños colaterales”.
“En toda producción de alimentos hay siempre algún costo. En el cultivo con agroquímicos es el riesgo para la salud de la población, pero sin los agroquímicos no podríamos producir la cantidad de alimentos que necesitamos.” Quien habla es el profesor Hoi Shan Kwan, de la Universidad China de Hong Kong, una de las voces que se escuchan en el documental Desierto verde. No pasarán demasiados minutos hasta que alguien lo contradiga, virtud de un documental que, a pesar de dejar bien en clara su posición –a partir de una tesis argumentativa–, evita en todo momento el tono panfletario. Las películas de Ulises de la Orden, director de Río arriba y Tierra adentro, se ubican cómodamente en el territorio del documental clásico: entrevistas a cámara, dosificación de la información, concepto de reportaje. Y entre sus intenciones no parece estar la de abrir nuevos caminos estéticos en el terreno del “cine de lo real”. Pero en todos ellos (Desierto verde no es la excepción) hay un robusto trabajo de investigación y montaje que, sumado a la honestidad intelectual y un rechazo por las estridencias o la búsqueda del impacto instantáneo, termina gestando piezas que logran informar y concientizar con herramientas nobles.
El tema central de Desierto verde es complejo y problemático y no se reduce simplemente al uso de pesticidas modernos y sus consecuencias, a corto o largo plazo, en la salud de los consumidores. Cuestiones como el monocultivo intensivo, que produce gigantescas cantidades de granos pero destruye radicalmente el ecosistema que lo sostiene, o el problema de la alimentación mundial y su relación con la especulación en los mercados financieros globales son entrelazados con claridad y eficacia. A pesar de ello, el documental nunca pierde de vista el costado humano, personal (íntimo, incluso) de aquellos afectados directa o indirectamente por estas prácticas. El punto de partida para el análisis de estos factores es el no tan famoso caso de los vecinos de Ituzaingó Anexo, un barrio en el sudeste de Córdoba que limita con terrenos agrícolas. En ese lugar se vienen dando casos de cáncer (en particular, leucemia), tanto en adultos como en niños, además de diversas enfermedades congénitas, como consecuencia del uso de agroquímicos en la zona.
Luego de ser desoídas durante años, un grupo de mujeres del barrio lograron llamar la atención de las autoridades y la prensa y llevar a juicio a tres de los responsables de la utilización imprudente de tóxicos. El film deja asimismo en claro, en boca de un entrevistado, que esos personajes son débiles eslabones de una cadena que incluye intereses poderosísimos, entre ellos los de las empresas multinacionales (aporta un par de reflexiones Marie Monique Robin, autora del libro y el documental El mundo según Monsanto) y los gobiernos de una gran cantidad de países, encandilados con el enorme beneficio económico de cultivos intensivos como el de la soja o el trigo. Para ilustrarlo, De la Orden y equipo se trasladaron a China, la India, los Estados Unidos y Europa para intentar dar cuenta de ese complicado entramado, permitiendo que investigadores y técnicos, tanto independientes como empleados de las grandes empresas dedicadas a la investigación de granos transgénicos, aporten su punto de vista. Desierto verde esquiva los maniqueísmos y las miradas radicalizadas: el asunto va mucho más allá de las víctimas y villanos de turno. Al fin y al cabo, cada espectador del film tiene, en cierta medida, un grado de responsabilidad sobre el mundo en el que vivimos y, más aún, en el que les tocará vivir a nuestros hijos y nietos.
7-DESIERTO VERDE
(Argentina, 2013)
Dirección: Ulises de la Orden.
Guión: Mariano Starosta.
Fotografía: Alejandro Reynoso.
Montaje: Germán Cantore.
Música: Ernesto Snajer.
Duración: 84 minutos.
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