Sus paisajes, sus colores, la brisa de las montañas y un cielo transparente, hacen de la Ruta del Vino salteña el lugar elegido para disfrutar de históricos poblados, viñedos, bodegas y vinos.
En Salta, el cultivo de la vid fue introducido por los Jesuitas en el siglo XVIII, principalmente en Cafayate. Aquí madura la cepa del Torrontés, vino blanco que se distingue por su intenso aroma y sabor frutados. Esta variedad ha alcanzado una expresión única en suelo salteño, convirtiéndose en la uva blanca insignia de nuestro país. Hoy en día los viñedos se extienden por más de 1800 hectáreas entre los departamentos de Cafayate, San Carlos, Angastaco y Molinos, todos ellos en los Valles Calchaquíes. Entre las cepas tintas, que ocupan más del 55% de la superficie total cultivada, se destacan el Cabernet Sauvignon, Malbec, Tannat, Bonarda, Syrah, Barbera y Tempranillo. En los últimos años la industria ha experimentado un gran crecimiento y desarrollo favoreciendo la elaboración de extraordinarios vinos de calidad, reconocidos en los mercados y concursos internacionales. La calidad y particularidad de los vinos salteños de altura es el resultado de la combinación de las condiciones privilegiadas del terruño y de la innovación tecnológica, sumadas a la dedicación y el conocimiento de los productores. Uno de los factores más influyentes es la altura de los valles en los que se encuentran los viñedos. Esto no sólo favorece la gran amplitud térmica, sino que los rayos solares son más intensos y el aire, más puro y seco. La conjunción de estos factores sumados a las características peculiares del suelo y sus componentes, permiten lograr vinos de gran carácter, fuerte personalidad y excelente calidad, con aromas, colores y sabores distintivos.
La ruta del vino en la provincia de Salta comienza en la capital Salteña, cruza los pueblos históricos del Valle de Lerma y culmina al sur, en Cafayate. Se puede regresar a la ciudad de Salta por la Quebrada de las Conchas, donde la erosión del viento y del agua han modelado curiosas formaciones en las piedras. La región vitivinícola se encuentra en los Valles Calchaquíes que están rodeados de cordones montañosos de inusual belleza, brisas de montañas, cielos límpidos e históricos poblados. Cafayate es el corazón de la ruta del vino salteño. Un suelo arenoso, días siempre soleados y noches frías hacen el ambiente ideal para el torrontés, la variedad salteña por excelencia.
En el siglo XVIII, los Jesuitas plantaron las primeras vides que llegaron desde Perú, que echaron raíces "a cuatro leguas del pueblo de Molinos" en la finca La Bodega, hoy La Angostura, donde se cultivó 200 hectáreas de viñedos, ahora desaparecidos, propiedad que fuera sucesivamente de Indalesio Gómez (padre), de Juan Uriburu, Sanchez Isasmendi, Luis Patrón Costa, y hoy de Ramón Rodó.
Desde ese entonces los valles vienen acumulando viñedos y bodegas. Su crecimiento es consecuencia de la altísima calidad de sus vinos, contando con más de 3.200 hectáreas, entre los departamentos de Cafayate, San Carlos, Angastaco, Molinos y Cachi.
La personalidad que hoy logran los vinos salteños se debe precisamente a un terroir sello de los Valles Calchaquíes. En el valle se cultivan diversas variedades, destacándose el Cabernet Sauvignon y el Malbec; aunque la más emblemática es el Torrontés, cepaje blanco distintivo de los vinos argentinos, siendo este país el único productor. El origen de esta variedad es incierto y discutido, posiblemente se trate de la mutación de alguna cepa cruzada accidentalmente con vides silvestres. Su implantación es excelente en el Valle Calchaquí, donde adquiere su mejor expresión.
FUENTES: turismo.salta.gov.ar/ www.salta.net
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